El lento y necesario camino del diálogo
Rosemarie Junge es rectora de la Universidad Santo Tomás de Temuco y presidenta de la Fundación de desarrollo social y cultural Aitue quien analiza los diversos intentos de diálogo en torno al conflicto cultural indígena, la falta de voluntad política, la pobreza y la violencia en la zona de La Araucanía.
Diversos han sido los esfuerzos y las instancias de diálogo en torno al conflicto intercultural en La Araucanía. Una Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI) en 1990, “Diálogos Comunales” en el gobierno de Eduardo Frei, pasando por el Proceso Constituyente Indígena en 2016, hasta la propuesta de Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz en La Araucanía en 2018, los que no lograron evitar que la violencia surgiera como un mecanismo de acción válido para algunos y repudiable para la mayoría.
En julio de 2021 un nuevo intento surge desde los rectores de siete universidades de la región de La Araucanía quienes propusieron al Centro Nansen para la Paz y el Diálogo con sede en Noruega, para ser intermediador en un nuevo diálogo, Centro que aceptó la invitación y ya se encuentra aplicando su metodología de trabajo.
Revista Contratistas Forestales conversó con Rosemarie Junge Raby, rectora de la Universidad Santo Tomás de Temuco, una de las impulsoras de esta nueva alternativa de diálogo y también presidenta de la Fundación Aitue, cuyo objetivo es el diseño y evaluación de políticas públicas indígenas. Chilena-alemana, bisnieta e hija de emprendedores forestales, a través de su experiencia en 20 años en la zona, analiza la crítica situación de La Araucanía, su cultura, los intentos de diálogo y el pesar por los últimos asesinatos en la zona.
Según su experiencia y conocimiento, ¿cuál es la historia del problema mapuche?
El origen de los problemas que vivimos en La Araucanía fue muy bien sintetizado por Monseñor Héctor Vargas en la introducción del documento de conclusiones de la Comisión Asesora Presidencial convocada por la presidenta Michelle Bachelet y en la cual participé: La postergación del Estado respecto de esta tierra y su gente. Ello ha ido generando sentimientos muy profundos de dolor, impotencia, abandono, injusticia y resentimiento que nos tienen en la situación en la que hoy nos encontramos.
Hay una gran discusión de cuándo llegaron los mapuche a este territorio, en la Comisión logramos un consenso, y es que ellos son pre existentes al Estado chileno y a la llegada de los españoles. Hay evidencia de los procesos de diálogo mediate parlamentos con la Corona Española y que fueron reconocidos por ella siempre como un pueblo vecino. Bernardo O’Higgins lo ratificó en el comienzo de la República.
Trato de no criticar cuando se trata de épocas que no viví, pero lo que hizo el Estado de Chile posteriormente, fue homogeneizar el país. Se comprende desde la necesidad de establecer los cimientos de la República, pero el costo de esto significó invisibilizar a los pueblos indígenas que eran parte de ella.
Hay dos o tres generaciones de mapuche a los que se les prohibió hablar mapudungun en la escuela. Muchas familias dejaron de hablar esta lengua para que sus hijos se incorporaran bien en la cultura chilena. Increíblemente la cultura mapuche se mantuvo igual dentro de las familias por muchos años. Lo óptimo es haber actuado tal como se hizo con descendiente de alemanes a los que les permitieron mantener toda su cultura cuando llegaron. Les dijeron formen sus colegios alemanes, mantengan sus iglesias, formen las clínicas y clubes deportivos y mis nietos, hasta el día de hoy, hablan alemán y somos bilingües y biculturales. Todo esto con el apoyo del Estado y para los mapuches fue al revés.
Creo que todos los gobiernos han fallado y fracasado en la forma de relación y en las políticas públicas que se han intentado implementar.
¿Con quién se conversa en el mundo mapuche?
Hay que hablar con todos, no hay que dejar a nadie afuera. Desde Fundación Aitue proponemos que debe haber un Consejo de Pueblos elegido democráticamente por indígenas. Ellos van a ser los representantes validados y con ellos se puede conversar. Este proyecto de ley se encuentra muy avanzado junto al del Ministerio de Pueblos Indígenas en el Congreso Nacional, pero al parecer no existe la voluntad política para concretarlos.
El llamado es a todos los actores: Estado, empresas, comunidades, instituciones, etc. Todos tienen una responsabilidad y una tarea en este conflicto intercultural. Ante la magnitud del problema son todos los actores de la sociedad los llamados a construir transversalmente la paz. Necesitamos urgentemente lograr, como país, un acuerdo que permita darle a la región un futuro de paz y desarrollo.
¿Y qué se hace con la violencia y las organizaciones de resistencia que se adjudican quemas, atentados y actos violentos?
El Estado de Derecho es un deber del gobierno. La violencia es el efecto del problema y nosotros nos preocupamos de la causa del problema. Si no tratamos la causa nunca vamos a terminar con la violencia. Pero siempre hemos condenado enérgicamente la violencia. Y se debe perseguir y condenar a los culpables.
¿Cómo surge el Centro Nansen como alternativa y cuáles son las expectativas?
Los rectores de las siete universidades de la Araucanía hicimos un llamado, en julio pasado, sobre la urgencia del diálogo como política de Estado en La Araucanía. En este llamado reconocimos que la búsqueda de soluciones es un proceso y que el diálogo puede ayudar a reconstruir las confianzas quebradas y construir aquellas inexistentes. Estamos convencidos que un proceso de diálogo puede ser transformador. Creemos que tenemos que hacernos cargo en la región, de los problemas estructurales e históricos, para lograr una transformación genuina de la situación actual.
Para iniciar este proceso sugerimos que el Centro Nansen para la Paz y el Diálogo, lo facilitara en forma independiente y neutral, lo cual aceptaron. El diálogo no es mediación ni negociación. El diálogo sirve para construir confianza y entender qué hay debajo de los problemas. Por ello estamos realizando talleres de aprendizaje de la metodología Nansen para el diálogo. Este es el primer paso. Y esperamos que el futuro gobierno tenga la voluntad política para continuar en este largo pero esperanzador proceso.
La Araucanía es la región más pobre de Chile, ¿cómo se relaciona la violencia y el conflicto con esta característica?
La Araucanía hace muchos años ha sido la región más pobre de Chile y tiene varios factores que la hacen así. Por ejemplo, esta región no se industrializó el siglo pasado como lo fue el Biobío con empresas como la CAP y ENAP. Entonces todos los gobiernos, desde los años ‘90 en adelante, han intentado crear un modelo de desarrollo acorde con su propia forma de entender lo que se vive en La Araucanía. Con luces y sombras, estas iniciativas no han logrado proyectar debidamente a nuestra región que, si bien está empobrecida, es rica por su gente y una naturaleza sin igual.
Existe mucha ruralidad y en los últimos años, dada la violencia, hay muchas empresas que no quieren invertir en esta región, eso también es un hecho.
Esperamos con los cambios que se están dando en el país en materia de descentralización, permitan en los próximos años que desde la región podamos definir y aplicar un modelo que traiga la paz y el desarrollo para todos los que vivimos en ella.
¿Está de acuerdo con la línea que inició el ministro Moreno? ¿se debiera seguir esa estrategia o debiera ser una nueva?
¿Sabes lo que pasa? que lo primero que hay que hacer es crear confianza, las confianzas se construyen y eso lo estaba haciendo el ministro Moreno, él se dio el tiempo de hablar con todos, lo que generó confianzas, entonces no es que llegue alguien y retome esa confianza lograda. Son procesos largos, pero hay gestos que se pueden ir concretando a medida que se desarrolla el diálogo; un ejemplo fue declarar el Día de los Pueblos Indígenas como feriado.
El pueblo mapuche ha sido agredido por muchos años, hoy los que son violentados son las empresas contratistas forestales, agricultores y diversos sectores productivos. ¿No son ellos hoy los que son invisibilizados?
Debemos condenar la violencia independiente de quien sea la víctima. Las victimas debieran estar en el centro de nuestra preocupación y no tener un rol secundario, como lo es hoy en día. No podemos tolerar la violencia, cada uno desde su posición debe poner todo a su alcance para que no existan atentados.
Quiero felicitar y reconocer la valentía de, especialmente, los contratistas forestales que están trabajando en un área que es tan difícil. Los admiro y sufro con ellos cada vez que pasa algo. Sé que las empresas forestales grandes también están preocupadas del tema, no son indiferentes.
Encuentro terrible que en La Araucanía no nos inmutamos cuando hay un muerto, no podemos normalizar esto. Lo básico para cualquier sociedad es que haya Estado de Derecho, no tener miedo y vivir en paz.
La nueva constitución ¿sería un aporte a la solución?
Ya es un avance que se hable de reconocimiento y plurinacionalidad en la Convención. La existencia de escaños reservados es un hito muy relevante en política indígena que creemos va en el camino correcto. Cada uno de estos elementos ayuda a poder mirar el futuro con optimismo.
¿Cuáles son las expectativas de la Fundación Aitue con el nuevo ciclo político?
Todo lo que sea seguir apoyando para lograr la paz en La Araucanía, ahí vamos a estar. Nos hemos pegado hartos costalazos porque siempre algo pasa, pero lo último que podemos perder es la esperanza. Sabemos que los diálogos son muy a largo plazo, yo incluso no sé si voy a estar viva cuando se logre la paz, pero si otros países lo han logrado, también podemos hacerlo nosotros, el caso más cercano es Colombia. Tenemos que lograrlo y eso pasará cuando haya voluntad política. Tiene que haber alguien que quiera este desafío porque esto tiene un costo político muy alto.